20 de junio de 2012

Egoísmo


En recientes fechas muchas personas del ámbito laboral al que pertenezco me han acusado de ser una persona un tanto egocéntrica, exótica, codiciada y sobre todo “egoísta”. Puede que estén equivocados, puede ser que acierten y yo no me haya percatado, pero de alguna manera, todo esto me sirve para mejorar, reflexionar y sobre todo aprender de mis errores. Para este escrito partiré sobre la vaga idea de que soy un “egoísta egocéntrico”.

Habemos personas que de repente tenemos un excesivo y hasta cierto punto un inmoderado amor hacia nosotros mismos y que de alguna manera nos hace atender de una forma desmedida nuestro propio interés, sin cuidarse del de los otros, esto es el egoísmo.

Por nuestra naturaleza, los hombres somos egoístas. Nos amamos tanto a nosotros mismos  que prácticamente nos olvidamos de los demás, y si esta omisión rebasa la línea de lo tolerable, sin duda esto se convierte en egoísmo, el horrible vicio que transforma a quienes lo cultivan en seres odiosos y repulsivos.

Suele pasar en los niños, que rara vez comparten sus juguetes por lo mismo del egoísmo que en embrión anida en sus corazones, pero mediante una adecuada educación de carácter y, sobre todo, del ejemplo paternal de sus padres y madres lograran dominar este sentimiento y así poder volverse solidarios.

Tal cual como los celos, de alguna u otra manera el egoísmo puede ser generado de manera patológica, sintomático de la inseguridad y de la falta de confianza en uno mismo. Tenemos y debemos de amarnos, pero claro, sin pisotear el interés ajeno. Dice bien la frase “El límite de mi interés debe ser el respetable interés de los demás”

Una disculpa por ausentarme por un largo tiempo, más adelante les explicare las razones por las cuales deje de escribir durante este periodo. Prometo publicar las entradas de reflexión más seguido. Próximamente nuevas sorpresas!!!      EDUALBHER

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